Las actualizaciones de tarifas de servicios han provocado los últimos meses, un gran desaliento en las actividades económicas a lo largo y ancho del País. Los aumentos aplicados en la energía eléctrica no dejan de desalentar a comerciantes, industriales y productores, que afirman que con los costos del servicio no vale la pena sostener sus actividades.
Los extremos de las gestiones del gobierno y las empresas de generación y distribución de energía, han conducido a un estado de preocupación y crisis total. El anterior gobierno nacional y los subsidios en los servicios, sumados a las actualizaciones desmedidas de la actual gestión, son la fórmula perfecta para la destrucción del comercio, la industria, la actividad agrícola y hacen tambalear a los usuarios que no saben cómo afrontar los costos del servicio eléctrico.
Las empresas de generación y distribución jamás se vieron perjudicadas, antes el gobierno pagaba un alto precio por el servicio, la energía subsidiada tenía un precio irrisorio, lo que a su vez desencadenaba el poco o nulo mantenimiento, cortes permanentes y una burbuja que escondía parte de la realidad.
Desde fines del 2016 hasta la actualidad el aumento en el servicio de energía eléctrica ha derivado en un porcentaje alarmante: la tarifas han aumentado en los últimos años porcentajes que superan el 1.000% a lo largo del País. El precio del kWh pasó de 20 centavos a más de 2 pesos. Esto quita la posibilidad de sostener cualquier emprendimiento, haciendo inviable el crecimiento económico y generando desempleo.
El valor de la energía no está en discusión, pero evidentemente no se condice con los ingresos y “ganancia” de las empresas y usuarios, estos elevados costos inciden en el precio final de los productos, cerrando cada vez más el mercado y debilitando el consumo. Esta suma de factores genera un resultado totalmente diferente a lo que el actual gobierno planteó en sus anuncios respecto de los “ajustes”. Hasta la fecha no se observan obras de mejora del servicio eléctrico y los usuarios están asumiendo un costo altísimo por planes que no arrojan resultados positivos, sólo estancamiento y desaparición de las empresas que hacen enormes esfuerzos por subsistir.
La tarifa eléctrica tiene tres componentes que oscilan en un 33% de Costo de Abastecimiento (lo que cuesta generar la energía), 33% de VAD o Valor Agregado de Distribución (lo que le sale a las distribuidoras “traer” la energía), el resto son impuestos y tasas . Estas variables son las que se han ido ajustando de forma abrupta y el panorama no mejora, se prevé para fines de febrero una nueva suba, en abril un aumento del VAD y en julio o agosto, otro incremento más.
Este aumento que ha superado el 1000% en los últimos meses, no se corresponde a ningún tipo de aumento salarial o crecimiento de las empresas. La desproporción es evidente y el panorama no es alentador, por lo que como Institución, la Cámara llama a una mesa de diálogo para plantear las estrategias necesarias para buscar una solución. Sólo se pide coherencia en las tarifas que aparentan ser de un primer mundo, cuando nos encontramos en una economía estancada.